Cándido o el Optimismo

Autor: Voltaire (1758)

Estilo: Cuento filosófico

Editorial: Sísifo

Traductor: Fernández Moratín

El escritor debe de poseer perfectamente su idioma, hablarle con pureza, con armonía constante, sin que la versificación o la rima alteren la claridad o la energía de los pensamientos ni destruyan la belleza de la imagen.

Análisis: Voltaire, a través de Candido nos conduce a un mundo disparatado, a veces cruel, otras cómico, donde la historia contada tiene una doble finalidad:

  1. Desarrollar y confrontar de forma crítica todos los temas filosóficos planteados en la Ilustración tales como  religión y el fanatismo, la libertad política y la tiranía, el conocimiento y el oscurantismo, la felicidad y el destino, la libertad y la esclavitud.

  2. Denunciar la degeneración y la intolerancia de todos los estamentos del antiguo régimen utilizando un lenguaje fluido, ameno y fácil de entender con la intención de minar las estructuras feudalistas aún vigentes en el siglo XVIII:

– La corrupción en la que estaba inmerso el régimen absolutista imperante en toda Europa, criticando de forma inteligente, sutil y valiente el sistema social de la época que le tocó vivir, que podría trasladarse punto por punto al mundo  actual, donde nada parece haber cambiado.

Reducción al absurdo de la filosofía basada en el “optimismo resignado” representada por Leibniz (pensamiento que defiende que nuestro mundo es el mejor de los posibles), y trasladada por Pangloss a su fiel discípulo Candido, el cual pretende aplicarla en todos los aspectos de la vida cotidiana, a pesar de que no le sirve para nada más que para darse de bruces con la realidad una y otra vez.

Voltaire, usa la ironía para desenmascarar la intolerancia y el fanatismo ejercidos por la iglesia, donde el Tribunal de la Inquisición imponía su criterio a sangre y fuego a los que se atrevían a discrepar. No acepta ni que la autoridad de la Iglesia sea incuestionable, ni que la Biblia sea la verdad revelada. Considera que el conocimiento de Dios se alcanza a través de la razón y la propia observación de la naturaleza. Con lo que se ganó la enemistad del clero desde el papa hasta el último fraile. Fue excomulgado repetidamente, él y los que osaban leerlo. En este enlace se puede ver la Censura ejercida sobre la obra del autor nada menos que en 1845: http://www.filosofia.org/hem/dep/cen/sura064.htm

Las novelas y cuentos de este autor están prohibidos por la santa sede; y como Cándido o el optimismo es una de aquellas, creemos que la alcanza la prohibición, fuera de que en el Índice de libros prohibidos por la sagrada congregación de Roma se incluye nominatim la versión italiana de este, y según la regla XIII de las que están al frente del Índice de la inquisición de España, los libros impresos al principio en una lengua o en alguna señalada impresión, y después prohibidos, se entienden prohibidos en cualquier otra lengua o impresión en que antes o después se traduzcan o den a luz, no declarándose otra cosa en el Índice o Expurgatorio.

Los castigos no evitaron que evidenciara la depravación de las ordenes religiosas, insinuada en la obra con frases fáciles de entender (Pág, 102, habla el hijo del barón: como yo era un joven bonito enseguida, el reverendo padre Croust, superior de aquella casa, me trató con particular amistad). Hoy, tres siglos después, se comienzan a destapar con toda su crudeza las miserias ocultas por el clero.

– Los abusos de la aristocracia, que se consideraban superiores al resto de los mortales. Su sangre azul no podía mezclarse con la de la plebe, poseían una serie de privilegios por nacimiento: No pagaban impuestos directos, tenían leyes y tribunales propios, poseían la mayor parte de las tierras (vivían de las rentas que provenían de ellas y que pagaban los campesinos) y dominaban los cargos de la administración. No olvidemos que además obligaban a alistarse a filas al pueblo sin que pudieran negarse bajo pena de ejecución, eran los “subditos” los que morían y sufrían todas las calamidades en guerras absurdas para mayor gloria de los nobles y sus haciendas.

Los atropellos que ejercían los europeos contra los nativos de América y África, reducidos a la condición de esclavos para que en Europa tomen “azucar ”. En el Dorado un nativo le cuenta a Candido “la avarienta rapacidad de las naciones de Europa, que manifiestan una furia tan insaciable por adquirir los guijarros y el lodo de esta tierra, que a trueque de llevársele no dudaría en acabar con todos nosotros”.

No pasa por alto la corrupción de la justicia en todos sus estamentos: Alguaciles, abogados, magistrados, aceptan sobornos y prevarican sin ningún pudor, arruinando a todos los que acuden a ellos en defensa de sus derechos.

Por último quiero poner en relieve la lucida critica de la prostitución: (Habla Paulina, pág 103: Esta es tal vez la mayor miseria de nuestra profesión: ayer me robo un oficial cuanto tenía y haciendo del enfado y celoso, me dio una paliza solemne y hoy tengo que fingir alegría y buen humor para satisfacer a un fraile)

Voltaire fue el mayor intelectual de su siglo (XVIII), su obra se ha considerado visionaria y adelantada a su tiempo. La intención del precursor de la Revolución Francesa, a la hora de poner en evidencia las desigualdades y de criticar el absolutismo monárquico imperante en Europa, era contribuir al desprestigio de las instituciones del antiguo régimen, introduciendo la semilla de la rebelión en el pueblo para que dejaran de aceptar resignadamente los privilegios de la aristocracia y las arbitrariedades que cometían contra sus súbditos, los cuales empezaban a rechazar esa condición para asumir la de ciudadanos iguales en derechos, obligaciones y libertades.

 

Resumen: Candido, discípulo del filosofo Pangloss, es expulsado del “mejor de los mundos posibles” por el noble feudal que lo acogía en su castillo, después de descubrirlo retozando con su hija Conegunda. Adoctrinado en el “optimismo resignado” se enfrenta a la vida real, donde su ingenuidad le convierte en objeto de todo tipo de engaños.

Las circunstancias le llevan a recorrer Europa, donde comprueba que en todas partes existe la misma miseria moral, trasladada por los europeos al nuevo mundo, con una única excepción el Dorado, para el ingenuo Cándido este mundo sí que es perfecto. Además, mira con feliz incredulidad el hecho de que por esos lares “no tengan frailes que enseñen, que disputen, que pidan dinero, que gobiernen, que enreden, que enderecen las conciencias, que hagan quemar a cuantos no sean de su misma opinión”…. pero Voltaire a través de la «parábola del Dorado» solo quiere denunciar la utopía, el mundo perfecto no existe por consiguiente el hombre racionalista debe de ceñirse a la realidad. 

Tras varios giros del destino, Candido, cansado de todo, reparte lo que queda de sus riquezas y decide migrar a Constantinopla en compañía de su esposa, de su amigo Cacambo y, felizmente, del resucitado Pangloss que, pese a todo lo que ha pasado, continua defendiendo su optimismo. A las afueras de la ciudad, compran un terreno. El protagonista tras todas sus aventuras, ha llegado a su propia máxima vital: “lo que importa es no disertar, no argüir y cultivar la huerta”. Y es que “el trabajo aleja de nosotros tres grandes males: el aburrimiento, el vicio y la necesidad”. El cultivo del huerto es una metáfora, producirá alimento intelectual, cultural y espiritual del hombre, también es ese lugar donde Cándido, tras  comprobar la corrupción de todas las formas de estado, se retira para dedicar su vida al trabajo.

Sobre Voltaire: François-Marie Arouet (Voltaire), nació en Francia el 21 de noviembre de 1694. Fue un destacado escritor, filósofo francés, y uno de los más importantes representantes de la ilustración. Defendió el valor de la tolerancia y la libertad frente a los fanatismos y dogmatismos de la época.

Hasta los 17 años estudio  en el colegio jesuita  Louis -le-Grand,  luego empezó a estudiar derecho por orientación de su padre. Fue contratado como secretario en la embajada de La Haya, donde no duro mucho tiempo al verse involucrado sentimentalmente con la hija de un refugiado francés.

Su escrito Sátira contra el duque de Orleansocasionó que a los 21 años en 1715 fuera llevado a prisión en Bastilla. Una ofensa indudablemente para quien estaba al frente del estado francés en aquella época. Fue desterrado tras un año de reclusión a Châtenay-Malabry y fue allí donde comenzó a llamarse Voltaire.

Se dedicó a la literatura, pero fueron los negocios los que lo hicieron rico (algunos de más que dudosa moralidad). En 1726, regreso nuevamente a la cárcel, al haber sostenido una discusión por una dama con el noble De Rohan. Fue liberado cinco meses más tarde y obligado a exiliarse en Londres.

Con el firme propósito de dar a conocer las ideas de Isaac Newton y John Locke, Voltaire regreso a Francia, Aunque el contenido general de sus obras y sus fuertes críticas al dogmatismo y fanatismo religioso, lo condenaron a vivir en un constante exilio.

Finalmente se estableció en el municipio Ferney, el mismo que en la actualidad se llama en su honor; Ferney-Voltaire, se encuentra en la frontera con Suiza, allí desarrolló su pensamiento filosófico y la creatividad literaria durante 20 años. Regresó a París en 1978, donde fue recibido con honores; poco tiempo después moría con 83 años, sus restos reposan en el Panteón de París.           

No quiero finalizar sin hacer referencia a la mujer que le acompañó, protegió y defendió Émile de Chatêlet,  comenzó una relación con Voltaire a principios de la década de los treinta, cuando el filósofo era perseguido por la justicia por la publicación de sus Cartas Filosóficas. Émilie, con el beneplácito de su marido, escondió al ilustrado en la finca abandonada que tenían en Cirey, donde se convirtieron  en amantes.

Durante aquellos años, el amor, la amistad y los estudios centraron sus vidas. Émilie prosiguió estudiando álgebra y física, en una mansión con una biblioteca de 21 mil volúmenes y laboratorio, y colaboró en algunos trabajos de Voltaire. Cuando este publicó Los elementos de la filosofía de Newton agradeció la contribución de la marquesa al prologar su obra, apareciendo incluso en la portada de la misma.

Cuando esta fascinante mujer murió, Voltaire escribió:No es una amante lo que he perdido sino una mitad de mí mismo, un alma para la cual mi alma parecía haber estado hecha”.

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