Artículo 35 de la Constitución: Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.
Un 1 de mayo con todos los ciudadanos bajo arresto domiciliario, sospechosos de ser portadores de una carga vírica letal, aunque no tengamos síntomas. Colectivamente estamos cansados, cabreados, hartos del confinamiento. Estamos preocupados por nuestros trabajos, por nuestros negocios cerrados, por lo que pasará después. Por nuestros hijos confinados y con su vida en suspenso. Por los problemas de convivencia que surgen en muchos hogares.
Un 1 de mayo donde se cuentan miles de muertos por la precaria situación de la sanidad a causa de los recortes realizados por los gobiernos de derechas (tanto en España como en Cataluña) desde la crisis económica de 2008. Con miles de trabajadores sanitarios contagiados, agotados, desbordados por la situación. Teniendo que enfrentar este desastre sin medios y sin medidas eficaces de protección…Y pensar que en algunos medios se murmura que ya hay una vacuna esperando al mejor postor… seguro que es uno de esos bulos que la guardia civil quiere cortar de raíz.
Hoy no habrá manifestaciones a pesar de la gravedad de la situación económica (la salud es lo primero, dicen) pero las colas frente a los comedores sociales son cada vez más largas. El número de parados crece exponencialmente día a día. Los ERTE (Expedientes de regulación de empleo temporal) se amontonan con cientos de miles de trabajadores afectados. El PIB ha caído este trimestre el 5’2 y el próximo trimestre puede ser catastrófico para el país. Al gabinete de crisis se le olvida que la salud mental y física está estrechamente unida la estabilidad económica… en el horizonte solo dos alternativas, o la vacuna o la inmunidad del rebaño.
Y mientras tanto los ciudadanos seguimos confinados en nuestras casas pensando que estamos a salvo, como si fuésemos animales domésticos a los que se alimenta y mantiene encerrados indefinidamente hasta que al “pastor” le interese. Ya es hora de despertar y analizar con espíritu crítico la escalada de medidas que se están tomando mientras nosotros seguimos hibernando. A primera vista están dirigidas a lograr el control total de los individuos. Nos dejan sin libertad de reunión, de asociación, de manifestación (todo por nuestro bien) ¿Es el coronavirus una excusa para imponer una nueva forma de dictadura?
Con tanto tiempo para pensar (¡qué peligro!) este primero de mayo he recordado “Le temps des cerises” aquella canción tan asociada a la Comuna de Paris de 1871, uno de los mayores acontecimientos revolucionarios de la historia. Por primera vez el proletariado se sublevó y fue capaz de derrocar el poder establecido, formar sus propios órganos de gobierno y reemplazar al Estado monárquico, burgués y capitalista. Se declaró la ciudad de París independiente, libre y dueña de sí misma. No había internet, ni redes sociales… pero si hambre y desesperación. Una situación muy parecida a la de algunos países de Sudamérica, donde se empiezan a plantear un duro dilema: O morir de corona virus o morir de hambre (El miedo no es invencible)
La magnitud de esta tragedia deja en evidencia la debilidad del sistema económico capitalista que tiene como único objetivo el enriquecimiento rápido a través de la globalización, la robotización (incrementando constantemente el numero de parados) y como no, la especulación inmobiliaria. Asimismo revela su incapacidad para gestionar la crisis sanitaria que nos ha tocado vivir, crisis que puede desembocar en un nuevo «temps des cerises»
Mª Jesús Mandianes