8 de marzo: mujeres cuidadoras

A pesar de que las mujeres han dejado de ser esos seres abnegados dispuestos a sacrificar su vida por los demás, el cuidado de los mayores y dependientes sigue recayendo sobre ellas. No me voy a referir aquí a las profesionales que reciben un sueldo a cambio de su trabajo, sino a las que la cultura machista les impone la obligación de cuidar a padres, peor aún, a suegros o a parientes dependientes; son las cuidadoras no profesionales sobre las que recae un durísimo trabajo que acarrea secuelas físicas y psicológicas.

El cuidado de los grandes dependientes conlleva la imposibilidad de desarrollar una vida personal satisfactoria, les provoca angustia, estrés, y depresión. Las cuidadoras sufren el “síndrome del cuidador quemado”, ya que las exigencias de cuidado de la persona a su cargo las aíslan.

Como consecuencia acaban perdiendo su vida social y renunciando a cualquier forma de ocio. Por descontado, la cuidadora debe de abandonar cualquier actividad laboral con lo que deja obtener ingresos y a su vez se convierte en «dependiente» económicamente.

A todos estos problemas se han de añadir el deterioro físico que supone movilizar a una persona con invalidez: levantarla, acostarla o asearla supone un esfuerzo que termina pasándoles factura, la mayoría sufre lesiones y contracturas que con el tiempo se convierten en crónicas.

Para que las cuidadoras no profesionales estuvieran bajo el amparo del sistema de la Seguridad Social, la Ley de Dependencia contaba con un convenio especial a través del cual el Estado se hacía cargo de su cotización. Sin embargo, la desgraciada reforma laboral eliminó este sistema, por lo que las cotizaciones se las debían costear ellas mismas.

El 8 de marzo de 2019 se publicó en el BOE el Real Decreto-Ley 8/2019 que, entre otras medidas, el Estado se dignó a retomar la financiación de las cuotas del convenio especial de las cuidadoras no profesionales, o sea les volverá a pagar la Seguridad Social.

Este 8 de marzo todas las mujeres debemos de movilizarnos para que se reconozca su trabajo y se les asigne un sueldo, además debemos exigir que los años dedicados al cuidado del dependiente se incluyan en su vida laboral de cara a la futura pensión de jubilación (no como una circunstancia excepcional, sino en todos los casos)

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